El relato de vida del reconocido arteterapeuta Alain Vigneau, destaca por ser tan inspirador. Cuando lo conocí por primera vez en uno de sus talleres de ‘Clown Esencial’, quedé impactado al ver el modo en que conseguía que la gente se expresase con autenticidad y creatividad. El carrusel de emociones compartidas en dicha esta atmósfera, de gran intimidad y caos improvisado, me maravilló. Quedé intrigado por saber más sobre Alain, un hombre al que sus tormentos y sueños de infancia le empujaron a un viaje extraordinario, primero como pastor y luego como payaso, que le llevó a adquirir una comprensión profunda y única sobre la condición tragicómica de la vida humana.
Como arteterapueta, Alain anima a otros a celebrar su tragicomedia particular y a liberar a su niño interior. En una vida actual, reducida al mandato de la auto-exigencia y de la autocrítica, en la que poco espacio parece quedar para la autocompasión, sentí que el mensaje intrínseco del trabajo de Alain Vigneau es de fundamental importancia. Como director, me fascina explorar la esencia humana y cómo ésta queda afectada, en cada uno de nosotros, por distintos acontecimientos que escapan a nuestro control. Con Brin d’Amour he querido narrar una historia que es a la vez biográfica y arquetípica, invitando al público a reflexionar sobre su “niño interior” e inspirar la posibilidad de una vida más auténtica.
Frederico Custódio
El relato de vida del reconocido arteterapeuta Alain Vigneau, destaca por ser tan inspirador. Cuando lo conocí por primera vez en uno de sus talleres de ‘Clown Esencial’, quedé impactado al ver el modo en que conseguía que la gente se expresase con autenticidad y creatividad. El carrusel de emociones compartidas en dicha esta atmósfera, de gran intimidad y caos improvisado, me maravilló. Como arteterapueta, Alain anima a otros a celebrar su tragicomedia particular y a liberar a su niño interior.
Quedé intrigado por saber más sobre Alain, un hombre al que sus tormentos y sueños de infancia le empujaron a un viaje extraordinario, primero como pastor y luego como payaso, que le llevó a adquirir una comprensión profunda y única sobre la condición tragicómica de la vida humana. En una vida actual, reducida al mandato de la auto-exigencia y de la autocrítica, en la que poco espacio parece quedar para la autocompasión, sentí que el mensaje intrínseco del trabajo de Alain Vigneau es de fundamental importancia.
Como director, me fascina explorar la esencia humana y cómo ésta queda afectada, en cada uno de nosotros, por distintos acontecimientos que escapan a nuestro control. Con Brin d’Amour he querido narrar una historia que es a la vez biográfica y arquetípica, invitando al público a reflexionar sobre su “niño interior” e inspirar la posibilidad de una vida más auténtica.
Frederico Custódio